Una terapia feminista para nuestros malestares

El feminismo ha llegado a la Gestalt para quedarse. Para cobijar nuestros miedos, nuestras dudas, nuestras luchas y nuestros derechos. Para sostenernos, para cuidarnos, para colechar nuestros límites, para cuestionarnos nuestro lugar en el mundo y sobre todo para sentirnos un poquito más libres.

Lara Rodríguez

Educación Social, Gestalt, Experta en Feminismos y Diversidad...

+ Sobre la autora

Muchas mujeres llegamos a sesión con dificultades en nuestra autonomía personal y social derivadas de las desigualdades sociales, políticas, educativas, familiares… Sucesos que ocurren en nuestra cotidianidad, lastimando nuestra salud psíquica y física.

Dificultades que necesitan ser compartidas (y validadas) para poder integrarlas en nuestra historia de vida. Estas realidades y experiencias tienen nombre y desde el feminismo los llamamos malestares de genero. Y aunque incomoden lo son, porque suceden en nuestro sistema patriarcal y afectan de forma exclusiva a las mujeres, por el simple hecho de serlo.

Por eso, necesitamos profesionales especializadas en feminismo, para acompañar la salud de las mujeres desde las distintas disciplinas con una mirada amplia e inclusiva para que el patriarcado deje de obligarnos a que nos resignemos y nos medicalice.

No podemos olvidar que el consumo de benzodiacepinas en mujeres es entre 1,5 y 3 veces mayor que en los hombres. El 19% de las mujeres tiene al menos un envase de ansiolíticos en casa frente al 10% de los hombres (Ministerio de Sanidad, 2024).

El trabajo terapéutico está relacionado directamente con las creencias en las que se basan los roles de género. Nuestra asimilación de género nos marca cómo percibimos y vivimos la vida, por tanto, en la práctica gestáltica no podemos negar ni obviar los mecanismos de opresión relacionados con el género. Estos están presentes en todas las personas con las que trabajamos y el trabajo terapéutico consiste en parte en desmenuzar y poner conciencia a todas las proyecciones e introyectos socioculturales.

Estoy convencida que la Gestalt y el feminismo van de la mano, son un lugar de encuentro. Ya hay trabajos, tesinas y prácticas gestálticas, aquí y ahora, feministas. Pero no son suficientes.

Necesitamos revisar nuestra mirada como terapeutas.
Necesitamos mirar nuestra biografía.
Necesitamos aprender y desaprender sobre nuestras creencias, mensajes, estereotipos e introyectos de género.
Necesitamos poner conciencia a nuestros vínculos.
Necesitamos aún más feminismo.

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