La responsabilidad en la Terapia Gestalt: dejar de culpar y tomar las riendas
Cuando responsabilizamos a los otros de lo que nos pasa, perdemos el poder de actuar. La Terapia Gestalt nos invita a hacernos cargo de nuestras emociones y acciones para recuperar la libertad y la capacidad de transformación
Xavi Picó
Gestaltista, Formado en Eneagrama, Terapia Corporal Expresiva (Sistema Ludocorporal)...
A menudo, caemos en la trampa de la queja y la culpa: “Si la otra persona me prestara más atención, yo me sentiría mejor”; “No puedo hacer nada porque las cosas son así”, “Siempre me toca ceder”. Este tipo de pensamientos y muchos otros, nos colocan en una posición pasiva y de espera ante la vida, y es como si nuestras emociones y experiencias dependieran solo y únicamente de los demás o de las circunstancias externas.
Desde la Terapia Gestalt, se propone un cambio de mirada totalmente distinto: asumir la responsabilidad de lo que sentimos y hacemos. No se trata de culpabilizarnos, sino de reconocer el poder que tenemos para transformar nuestra experiencia.
A menudo asociamos responsabilidad con culpa, pero son cosas diferentes. La culpa nos bloquea y provoca que nos sintamos mal sin ofrecernos una salida. La responsabilidad, en cambio, nos pone en acción, nos hace conscientes de lo que podemos hacer para cambiar la situación.
Por ejemplo, si estoy en una relación que no funciona, puedo quedarme apegado en la queja sobre la otra persona (“nunca escucha”, “no me valora”) o puedo hacerme responsable de lo que depende de mí a través de:
- Expresar mejor mis necesidades.
- Poner límites cuando sea necesario.
- Decidir si quiero continuar o no en esta relación.

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¿Y cómo hago?
El primer gran paso es darnos cuenta de que estamos a menudo en este patrón quejoso y después podemos practicar el siguiente sencillo ejercicio:
- Observa una situación que te genere malestar
Escribe en una libreta qué está pasando y porqué te hace sentir así. - Detecta donde pones el foco
¿Estás culpando a alguien o a las circunstancias? Ej.: “No soy feliz porque mi pareja no me dedica tiempo.” - Reformula la situación desde la responsabilidad
Cambia el enunciado por uno que refleje tu papel en la situación. Ej.: “Necesito más atención a la relación y he de expresarlo mejor.” - Decide una acción concreta
¿Qué puedes hacer para mejorar la situación? Puede ser hablar sobre ello, poner un límite o cambiar tu actitud.
Si somos capaces de llevar a cabo el ejercicio propuesto en los cuatro puntos anteriores, los beneficios los vamos a notar de la siguiente manera:Más poder personal, pues no dependo de los demás para sentirme bien.
Más claridad, ya que entiendo mejor qué necesito y qué puedo hacer.
Más libertad, porque dejo de esperar que las otras personas cambien y me concentro en lo que sí puedo cambiar.Asumir la responsabilidad de las propias emociones y acciones es un paso fundamental hacia el propio crecimiento personal. No siempre es fácil, porque implica mirarse honestamente, adquirir un compromiso con uno mismo y aceptar que muchas veces somos nosotros mismos los que nos bloqueamos. Pero también es muy liberador pues nos da las riendas de nuestra vida y nos permite actuar en lugar de reaccionar.
- Observa una situación que te genere malestar
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