¿Estamos atent@s? La mente nos domina
La mente, la mayor parte del tiempo va por libre, es decir, está constantemente contándonos cosas, haciendo hipótesis, anticipándose a hechos, recordando situaciones, sin que sea necesario que le demos permiso.
No es necesario que le demos permiso, se lo toma.
Esta tarde, viviendo una situación cotidiana sin ninguna trascendencia, he sido totalmente consciente de cómo nos influye el discurso espontáneo de nuestra mente en la percepción que tenemos de una situación, del entorno, de las personas, y de cómo esa percepción afecta, además, a nuestro estado de ánimo y emocional.
La mente, como seguramente sabéis, la mayor parte del tiempo va por libre, es decir, está constantemente contándonos cosas, haciendo hipótesis, anticipándose a hechos, recordando situaciones, sin que sea necesario que le demos permiso, ella directamente se lo toma. Como dice la neuro-científica Nazareth Castellanos, “va brotando espontáneamente un diálogo y en exceso está relacionado con ansiedad, con estrés, y la sensación incómoda de ver que no podemos pararlo”.
Por eso es muy importante que estemos atent@s, que observemos lo que nos está contando, si no hay consciencia de ese parloteo sin filtro, nos cuela cualquier cosa. Y desde ahí, donde posiblemente hemos perdido toda objetividad y hay poco contacto con la realidad, muchas veces tomamos decisiones, o nos dejamos arrastrar por un sentimiento, o por la emoción que nos provoca ese discurso interno, sin que ni si quiera nos demos cuenta.
Pero si todo eso surge de un murmullo mental incesante que no controlamos y sobre el que no podemos precisar en qué se basa para determinar lo que nos cuenta, más allá de que posiblemente acudirá a experiencias pasadas, patrones de conducta, introyectos recibidos, heridas que se activan... ¿Podemos estar segur@s de que esa era la decisión a tomar? ¿O de qué validez tendrán esas emociones?

Presencia. Tenemos que estar en presencia. Si ponemos consciencia a toda esa verborrea y nos paramos a observar cómo necesita ocupar espacio y nos damos cuenta de cómo estamos siendo conducid@s de forma inconsciente, por nuestra propia mente, tenemos la posibilidad de desechar lo que nos está contando, de filtrarlo, de valorar si lo que está interpretando es válido en ese momento. De esta forma el movimiento que hagamos, la percepción que tengamos, o la emoción que surja seguramente tendrá mucho más sentido.
Además, en el ejercicio de estar más atent@s a nuestra mente, al ponerle cada vez más consciencia a su discurso, posiblemente también vamos disponiéndola a que se vaya apaciguando y acallando, a que se calme, y de esa forma no domine, de una forma inconsciente, nuestro caminar por el mundo.
Un par de técnicas que nos pueden ayudar en nuestro día a día a disminuir la divagación mental, y de esa forma ir entrenando a nuestro cerebro a que vaya ralentizando el ritmo de los pensamientos espontáneos, y de acuerdo con la neurociencia, de la mano de la Dra. Nazareth Castellanos:
“Se puede bajar el ritmo de la divagación mental, bajando el ritmo de la respiración, cuanto más rápido respiro más diálogo interior se genera, bajar a unas 6 respiraciones por minuto, hace que al cerebro le cueste más generar ese diálogo.
Otra es observar las sensaciones del propio cuerpo, porqué las zonas del cerebro que están involucradas en generar espontáneamente ese diálogo, son también las zonas que se encargan de cuando está sucediendo algo en mi cuerpo. Por lo que sí, por ejemplo, me pongo a observar cual es la sensación de cómo está entrando el aire por mi nariz, esos recursos neuronales que estaban dedicados al diálogo interno se los quito para dedicarlos a la atención a las sensaciones del cuerpo, y, por tanto, se reducen”.
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