Desnudos ante el mundo: acompañamiento emocional en los procesos artísticos

La creación es un acto íntimo y valiente. Dejarnos acompañar y tomar conciencia es clave para navegar los procesos, enfrentar bloqueos y poner límites.

Mar Sierra

Gestaltista, Experta en Comunicación y PR, Consultora de artistas...

+ Sobre la autora

Desde que empecé a acompañar artistas, hace ya algunos años, me di cuenta del riesgo que corren. En la intimidad de enfrentar un folio en blanco el creador deja una parte muy vulnerable de sí mismo. Se desnuda y permite ver sus zonas más complejas o dolorosas desde la necesidad vital de “sacarlo de dentro”.

Sus creaciones son juzgadas y evaluadas por el público, el mercado, las redes sociales y los medios de comunicación. Ellos son los encargados de decidir si gusta, y por lo tanto merece el éxito, o si por el contrario el artista no es válido. ¿Qué pasa cuando lo que dicen que no vale es una parte íntima de nosotros mismos?

Las redes sociales sobredimensionan y cuantifican este valor y lo traducen en  número de seguidores, reproducciones y “me gustas”. Me he encontrado en sesión con reflexiones del tipo “si tengo poca audiencia será que valgo poco”.

Dos momentos vulnerables: la creación y la exposición pública.

El arte es, en esencia, un acto de valentía. En cada obra creada, sea una canción, un libro, una pintura o cualquier otra forma de expresión el que la hizo se despoja de sus máscaras, expone su mundo interior, y lo entrega a los demás. Este proceso, aunque profundamente hermoso, puede ser también enormemente vulnerable y desafiante. Los artistas enfrentan dos momentos clave que son emocionalmente intensos: la creación misma y la posterior exposición al público. Ambos requieren un acompañamiento emocional adecuado para sostenerse, respetarse y tomar conciencia de nuestros procesos y momentos vitales.

Acompañando el proceso creativo.

El proceso creativo es estimulante y agotador. Es común enfrentarnos a bloqueos, inseguridades y esa constante voz crítica interna que nos exige perfección. Aquí el acompañamiento emocional nos ayuda a conectar con nuestra verdad, aceptar nuestros ritmos y a sostenernos en los momentos de duda. El enfoque gestáltico nos invita a habitar plenamente el presente, permitiendo que la obra fluya.

Acompañando la exposición pública.

En el momento que la creación sale al mundo, nos enfrentamos a una realidad compleja: este trabajo que tiene parte de nuestro corazón y nuestra esencia será evaluado y reducido a un simple “me gusta” o “no me gusta”. Este juicio, aunque inevitable en la Industria Musical o el Mercado Artístico, impacta profundamente en la autoestima y el bienestar del creador.

El acompañamiento emocional, en este punto, ayuda a manejar la exposición pública desde una posición más equilibrada, poniendo límites claros, tomando conciencia y aprendiendo a priorizar nuestro bienestar. La clave está en comprender que, aunque el público puede juzgar la obra, esto no define mi valor personal como artista.

En mi experiencia estos procesos nos llevan en muchas ocasiones a tener que aprender a sostener la crítica, el desinterés, la incertidumbre y a decidir cuánto queremos mostrarnos. Es importante poder pedir ayuda y permitirnos crear desde un lugar de cuidado y respeto propio.

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