Comunicación consciente: aprender a vender honestamente

Es bastante común encontrar personas con un buen producto o un servicio de calidad, a la que les resulta difícil comunicar esas bondades con claridad y de forma atractiva, lo cual suele tener más que ver con su propio carácter, que con su producto o servicio.

Raúl Sánchez

Experto en Comunicación y Marketing, Gestalt, Eneagrama...

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Hace unos años, estaba en un SAT, por la noche, hablando en círculo con varias compañeras y compañeros. En un momento dado, oí a una de mis mejores amigas, mi hermana Elena Reina, contándole a otra compañera cómo le iba con su nuevo proyecto, Calma, una finca preparada para acoger retiros de distintas disciplinas, talleres y convivencias. Yo, por supuesto, ya conocía el proyecto, incluso había estado allí, por lo que conocía bien “el producto”. Lo que me sorprendió, fue la manera que tenía mi amiga de contárselo. Soy consciente de mi sesgo como profesional de la comunicación y el marketing, también mi sesgo caracterial (un eneatipo 2 conservación muy acostumbrado a “pintarlo todo muy bonito”), pero en aquel momento, sentí que mi amiga estaba pecando de un exceso de humildad (cosa que también sé que a mí me vendría bien aplicarme un poquito) que le estaba impidiendo comunicar realmente, con claridad y exactitud, lo bonito que es el sitio, el proyecto, las posibilidades que ofrece, las comodidades de las que dispone… En aquel momento decidí que quería poner a disposición de mi amiga y de su proyecto mis conocimientos profesionales en el ámbito de la comunicación y del marketing para ayudarle a dotar a su proyecto de una comunicación a la altura de su valor.

Así fue como empecé a crear un modelo de intervención para este tipo de situaciones: pequeños o medianos emprendedores que quieren sacar adelante un proyecto personal. Un modelo que mezcla mis conocimientos y mi bagaje profesional en el mundo de la comunicación y el marketing, con mi formación gestáltica y en la psicología de los eneatipos. ¿Para qué? Para ayudar a estas personas a encontrar las herramientas de comunicación más adecuadas para su marca, producto o servicio. Estas herramientas mezclan conceptos clásicos de comunicación (emisor, receptor, canal, mensaje, tono) con algunos conceptos de estrategia empresarial (misión, visión, propósito), trabajados con una perspectiva gestáltica de yo-tú, en el que la persona pueda intercambiar roles y entender cómo está haciendo la definición de esos conceptos en su proyecto. Por ejemplo, si soy un terapeuta que quiero ofrecer mis servicios, ¿cómo trabajo mi marca personal? Esto quiere decir, ¿cómo me presento como emisor? ¿Quién o quiénes son mis receptores? ¿Cuál es el mensaje que quiero transmitir? ¿Es el mismo mensaje que mis receptores esperan recibir? ¿Cuál es el tono que elijo emplear? ¿Es ese tono percibido de la misma manera por mis receptores? Poner a la persona en la situación de emisor, receptor, o incluso hablar como si fuera el mensaje o el propio tono para ver qué tienen que decir estos, se convierte en un ejercicio poderoso y fructífero para clarificar y hacer más honesta nuestra comunicación, tanto para un emprendedor y su marca personal, como en un contexto de proyecto empresarial con una marca comercial (en estos casos, el trabajo conviene hacerlo colectivo con las personas que integran los equipos de marketing).

En cualquier caso, esta propuesta de trabajo nace también de una reconciliación con mi vocación profesional relativa a la comunicación y el marketing. Hablo de reconciliación porque hubo una época de conflicto, en la que sentía que comunicar las características de un producto, es decir, hacer marketing, se había convertido en una estafa. Hay una parte de realidad en ello; la industria de la publicidad (como muchas industrias infectadas por la dinámica del capitalismo) se ha convertido en un oligopolio de grandes grupos que explotan a sus trabajadores con horarios y condiciones miserables a la vez que contribuyen a generar campañas publicitarias con medias verdades sin hacer ningún tipo de criba ética sobre el producto o servicio que promocionan. Esto, para mí, es una realidad. La reconciliación vino por darme cuenta de que existen otras maneras de ejercer la profesión. Se puede hacer esa criba y renunciar a trabajar para empresas sin un código ético alineado con el nuestro.

Mi desarrollo formativo y profesional en el ámbito gestáltico, me ha llevado, como a muchas compañeras y compañeros, a buscar una manera creativa de adaptar las técnicas gestálticas a habilidades y conocimientos que poseo en otros campos para, desde ahí, ofrecer mi contribución al mundo. Es por ello que quiero cerrar este artículo respondiendo a la pregunta de su titular: ¿Es posible un marketing personal ético? Sí, es posible. Requiere de compromiso, responsabilidad, conciencia y honestidad. Conceptos con los que los gestaltistas estamos familiarizados.

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